La forma en la que se entiende el comportamiento humano tiene una relevancia enorme en los métodos que se diseñan para regularlo. Pareciera obvio que, entonces, la explicación detrás del comportamiento individual y social debería ser una discusión importante cuando se plantean políticas públicas. Sin embargo, no lo es: en realidad, los diseñadores de políticas públicas y los tomadores de decisiones tienen ideas sobre el comportamiento humano que no ponen en tela de juicio; utilizan estas perspectivas como nociones a priori (es decir, como ideas fundamentales que no están sujetas a validación).