El camino fácil es el más rápido y menos peligroso. Pero, aunque el camino difícil sea el más peligroso y lento, es en el que más crecemos y aprendemos.
La mayoría de las empresas, instituciones académicas y gobiernos han decidido que la mejor manera de reducir la contaminación que se ha generado es la tecnología. Esto es porque es más fácil programar un dispositivo o calibrar un equipo, que hablar y persuadir a otro ser humano. Y más si los que toman las decisiones, se ven obstaculizados por una falta de formación interpersonal.
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